El complejo 2023 para la actividad económica en Chile

El complejo 2023 para la actividad económica en Chile

A pesar de las altas tasas de interés e inflación, la actividad económica en Latinoamérica y en particular en Chile ha sorprendido al alza durante 2022, con un crecimiento del PIB que estará en la parte alta de las expectativas que se tenían para este año.

Diversos organismos internacionales han corregido al alza sus proyecciones económicas para este año, incluyendo al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Lo anterior se da en un escenario de consolidación fiscal, donde se espera que la economía muestre un superávit fiscal efectivo, lo que no se veía desde 2012, y se explica por una histórica reducción del gasto público, que ha caído en más de 24% en términos reales, y por mayores ingresos fiscales asociados a las mejores condiciones económicas.

De esta forma, las necesidades de financiamiento público han sido menores que las aprobadas en el presupuesto 2022, logrando que la deuda como porcentaje del PIB se mantenga estable. Sin embargo, parte de esta mayor actividad sigue siendo explicada por los desequilibrios macroeconómicos producidos durante la pandemia, los que todavía muestran un impacto positivo en la demanda interna, pero que no son sostenibles en el tiempo. 

El déficit en cuenta corriente cerraría el año en niveles históricamente altos y ha sido, además, uno de los factores detrás de la depreciación del tipo de cambio en este año. El ahorro nacional y de los hogares ha venido cayendo. Luego de aumentar durante la pandemia, el ahorro nacional como porcentaje del Producto Interno Bruto retomó la tendencia a la baja que venía mostrando desde 2007, alcanzando tan solo un 18,2% del PIB donde, además, el ahorro de los hogares como porcentaje del PIB llegó en el 2T22 a su nivel mínimo histórico de tan solo 0,2%.

Lo anterior no solo da cuenta de que los excesos de liquidez producidos por los estímulos fiscales y retiros anticipados de los fondos de pensiones se agotaron, sino que también indica que la capacidad de la economía para generar aumentos en el stock de capital se encuentra limitada. Esto impactará la inversión fija y la actividad económica, mermando el potencial de la economía para retomar los niveles de crecimiento de décadas pasadas. 

Por otro lado, la incertidumbre política se ha reducido luego del plebiscito del 4 de septiembre, donde se rechazó en forma contundente la propuesta de nueva Constitución. Sin embargo, el tema aún no está resuelto y todavía no hay acuerdo respecto a la forma en la que continuaría el proceso, alargando de esta manera los plazos y manteniendo la incertidumbre abierta por un período más prolongado de tiempo. Asimismo, las principales reformas del Gobierno todavía no ven luz verde y están afectando las expectativas económicas y del mercado financiero. 

La reforma tributaria, si bien es necesaria para poder resolver parte de las necesidades sociales, sigue generando incertidumbre en cuanto a su impacto en crecimiento económico y en el mercado de capitales. Su capacidad de recaudar lo esperado se ve compleja, donde el Gobierno tuvo que hacer algunos ajustes para poder continuar con su discusión en el Congreso y reducir su expectativa de recaudación a 3,6% del PIB, la que aún parece optimista dado el escenario económico. 

Esto, sumado a la discusión de pensiones que no ha sido zanjada. Si bien los escenarios más catastróficos para el sistema de pensiones parecieran haber quedado a un lado, todavía el eventual resultado de la reforma sigue generando incertidumbre en el mercado. 

La situación económica para el año entrante será a lo menos desafiante. La inflación continuaría desacelerando en forma gradual, manteniéndose por encima de la meta durante todo el año, pero con convergencia de las expectativas de inflación gracias a las altas tasas de interés y a la desaceleración económica. Lo anterior permitiría que el Banco Central pueda comenzar a bajar las tasas de interés durante el primer semestre de 2023. 

La batalla contra la inflación tendrá costos, los que serán dolorosos para la economía, pero mientras antes se haga el ajuste, más pronto podremos retomar los niveles esperados de IPC y menor será el impacto en el mediano plazo. Estas tasas de interés en terreno restrictivo, junto con un escenario externo que continúa deteriorándose, llevarán a que la economía chilena sea la única de la región con crecimiento económico negativo en términos anuales. 

Si bien el año que viene será difícil, la solidez de las instituciones, la calidad de las políticas públicas y los buenos fundamentos macroeconómicos de Chile serán pilares fundamentales que le permitirán a la economía pasar este temporal y retomar la senda de crecimiento, por tormentoso que pueda ser el corto plazo.

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